En la sierra de Leyre, entre montañas del Prepirineo navarro, y en pleno invierno nada mejor que unas Pochas de Sangüesa para hacer frente al frío.
Es una alubia blanca distinta, de textura y mantecosidad especial. Se consume antes de que madure por lo que, a diferencia de otras, necesita poco tiempo de cocción.
Ubicación:
La pocha de Sangüesa se obtiene de desgranar las vainas de la alubia verde cuando éstas todavía no se han secado. Por este motivo los granos son de color verde marfil. La caparrona, la pilarica y el medio palo son sus variedades.
La caparrona, la pilarica y el medio palo son sus variedades
Su delicioso sabor se puede disfrutar simplemente cocida y aderezada con un sofrito vegetal de cebolla, pimiento verde, tomate y puerro.
Para preparar las pochas basta con cocer las alubias lentamente e ir añadiendo a la olla el resto de ingredientes.
Por San Fermín empieza a aparecer en las mesas navarras, aunque es en agosto cuando alcanza su mejor momento.
A finales de ese mes, Sangüesa acoge las jornadas Elogio a la Pocha.
Los vecinos y visitantes pueden desgranarlas y sumarse a la preparación, elaboración y degustación de este producto. Se elaboran las tradicionales, las estofadas, pero también creaciones como el helado de pochas. Y si por probarlas hemos llegado a Sangüesa, hay que conocer la localidad y su entorno.
En el casco histórico destacan obras de arquitectura civil, como el palacio de Añués o la Casa Consistorial.
Entre los monumentos religiosos, el convento de San Francisco de Asís, cuya fundación se atribuye al propio santo en el siglo XIII. Antes o después hay que pasar por Javier, que conserva una fortaleza medieval erigida sobre roca viva.
Aquí nació y vivió San Francisco Javier, cofundador de la Compañía de Jesús y patrón de Navarra. Cada año, a principios de marzo, miles de navarros participan en su peregrinación, la Javierada.